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08.10.2021 Educación

¿Cómo ha afectado la vuelta a la presencialidad al bienestar emocional del alumnado con autismo?

La “nueva normalidad” adquirida con la pandemia de la COVID-19 ha cambiado la manera con la que se realizan las actividades cotidianas. En el ámbito educativo, el regreso a las clases presenciales en el curso académico 2020-2021 ha estado marcado por la incorporación de nuevas normativas que garantizan el cumplimiento de las medidas sanitarias para evitar contagios en las aulas. La implantación de estas normas ha podido ocasionar dificultades en el alumnado para desarrollar su actividad educativa, uniéndose a otras barreras con las que ya convivían, como es el caso de los y las estudiantes con trastorno del espectro del autismo (TEA). 

Por ello, desde Autismo España hemos realizado un estudio con el objetivo de identificar cómo ha afectado la vuelta a la presencialidad a las clases y la adaptación a la nueva normalidad en el bienestar emocional de los y las estudiantes con TEA, así como las barreras y facilitadores que han tenido en esta transición, que ha contado con la participación de familiares, profesionales y estudiantes con TEA.

Coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Salud Mental, el 10 de octubre, avanzamos algunas de sus principales conclusiones:  

  • La mayoría de familiares no ha observado en sus hijos e hijas cambios fisiológicos, en el comportamiento, aspectos sociales, cognitivos o de tipo emocional asociados a la vuelta a las clases. Aunque, de manera frecuente, se han identificado: en aspectos cognitivos, la aparición o el aumento en las ideas repetitivas y/o obsesivas (en el 48% de los casos); en aspectos emocionales, un aumento de la irritabilidad (un 48%) y en aspectos conductuales los familiares han identificado que la adicción a pantallas ha aumentado en el 42% de los casos y ha aparecido en el 16%.  

  • El alumnado se ha adaptado favorablemente a las normas de medidas sanitarias impuestas, aunque el incumplimiento de las normas por otras personas les ha generado malestar.  

  • En cuanto a los cambios en las rutinas escolares, el factor que más malestar ha generado a los alumnos y alumnas es el cese o la disminución de las actividades extraescolares. 

  • Las familias de los niños y niñas que cursan educación primaria expresan que la vuelta a la educación presencial ha repercutido positivamente en la regulación emocional de sus hijos e hijas, y ha supuesto un alivio para ellos mismos, que asumieron un rol esencial en el apoyo educativo durante el último trimestre del curso 2019-2020.   

  • En el caso de los/las adolescentes, en función de la perspectiva profesional, parece que no existe un patrón claro en cuanto al beneficio que haya podido tener la vuelta a la presencialidad para el bienestar emocional de los alumnos y alumnas, en función de los intereses y las habilidades de interacción social, así como competencias en el uso de la tecnología de cada uno o una. 

  • Las familias expresan mayoritariamente que sus hijos e hijas han recibido apoyos en el entorno académico para facilitar la vuelta a las aulas, lo que ha favorecido su bienestar en la reincorporación a la vida escolar presencial. 

  • Los equipos profesionales afirman que algunas de estas medidas, como la fórmula aplicada de la combinación entre las clases presenciales y semipresenciales, así como la reducción en el número de estudiantes por grupo, han beneficiado especialmente al alumnado con TEA de secundaria. 

  • Sin embargo, en cuanto a los apoyos habituales que reciben, en torno a la mitad de las familias han visto disminuidos o interrumpidos los servicios de apoyo habituales de tipo médico, social, psicológico y psiquiátrico, fundamentalmente por las restricciones asociadas a la crisis sanitaria.  

Estas conclusiones son relevantes para valorar el impacto que la vuelta a la presencialidad, una vez pasado el confinamiento derivado de la pandemia de la COVID 1,9 ha tenido en el alumnado con TEA, especialmente vulnerable frente al desarrollo de condiciones comórbidas que afectan a su salud mental y bienestar emocional. Pero también para desarrollar medidas de prevención y abordaje en la escuela que contribuyan a garantizar el bienestar y el derecho a la educación de calidad del alumnado con TEA, especialmente en condiciones excepcionales que puedan plantearse en un futuro.